Nexofía

(Re)pensar América Latina:

 

nuevas perspectivas epistémicas

 

América Latina no es solo un territorio: es una construcción histórica, política y cultural atravesada por conflictos, imaginarios y disputas de sentido. Este libro colectivo reúne trabajos de jóvenes investigadores e
investigadoras que, desde distintos países y disciplinas, ensayan nuevas formas de pensar y narrar la región.
Desde la historia intelectual hasta los estudios territoriales, pasando por el análisis de discursos, identidades y movimientos sociales, los capítulos que conforman este volumen comparten una premisa: desarmar los marcos heredados para abrir paso a miradas críticas, plurales y situadas. Porque repensar América Latina implica también repensar las herramientas con que la conocemos.
Fruto de las Jornadas Doctorales celebradas en la Universidad Autónoma de Madrid, esta obra representa una apuesta por el diálogo transnacional y el compromiso con una labor investigadora con vocación pública.

Nexofía

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1.
Introducción
Israel Vivar, Santiago Delgado y Gabriel Costaguta
Repensar no es solo una acción de incidir sobre algo de nuevo, sino de hacerlo desde una perspectiva diferente. El título juega con la dualidad de pensar y el prefijo “re” porque el repensar algo implica una novedad que no estaba en lo anterior y supone una acción innovadora y reformadora. En definitiva, implica un ejercicio de reflexión constante y continua para enfocar y responder a las diferentes problemáticas que surgen del proceso investigador. Significa desmantelar el orden lógico existente para resolver las incógnitas que el trabajo académico genera desde puntos de vista, desde metodologías y desde saberes y conocimientos diferentes a los que se han planteado hasta ahora. En sí, es una labor de inflexión porque supone cuestionar el punto de partida, no solo de la historiografía existente, sino también el del propio autor como generador de narrativas, para encontrar las contradicciones, y carencias que la “epistemología clásica” ha creado.
Desde esta idea, lo primero que se cuestiona es el propio objeto de estudio que aparece en el título de esta obra colectiva como predicado del verbo (Re)pensar. América Latina. Se muestra como lo que genera interés de análisis, pero también sobre lo que se reflexiona. En este sentido, América Latina no puede verse como una realidad dada y no transformable. Disputar la terminología definitoria sobre un espacio geográfico concreto es un punto de arranque obvio y necesario, puesto que la definición conceptual es una labor política de concreción material de un pensamiento. América Latina no es sólo una definición geográfica, es un término que designa el espacio colonizado pasado por el tamiz de la modernidad. Los espacios, por tanto, se articulan alrededor de esa lógica ontológica que implica la conquista europea y que define la manera en que los sujetos entienden el mundo que les rodea.
Esto trae consigo dos consecuencias. Por un lado, ser un continente construido por Occidente y la problemática de considerarse parte no unificada de un lugar de enunciación de la verdad que le es ajeno, pero del que no se puede escapar. Por otro, la negación de marcos ontológicos diferenciados de la modernidad europea que no son reconocidos como válidos y, por consiguiente, son expulsados y ubicados en el no-ser.
Esto abre la posibilidad, entonces, de cuestionar el objeto de análisis, como geografía espacial, como espacio político y social, o como unidad cultural. Es ahí donde este monográfico sobre nuevas perspectivas epistémicas cobra sentido. Qué observar y cómo analizar lo observado son preguntas esenciales formuladas a lo largo de los capítulos que componen el libro. Y ambas preguntas se interesan por alumbrar, desde una perspectiva histórica, a los sujetos del pasado, a quienes generaron discursos e identidades. Y puede que los actores abordados no sean los más novedosos de su época, mayoritariamente componentes de una élite política, social e intelectual, pero sí es interesante revisitarlos desde nuevas perspectivas. Estos sujetos abandonan el lugar predominante en que habían sido alojados y ahora son situados en un mundo mucho más heterogéneo y complejo, lleno de vínculos, relaciones y agentes con los que dialogan, trabajan y compiten para lograr su predominio. En este sentido, su propia hegemonía no está establecida, sino que es construida por ellos mismos en su acción diaria, en conjunto con diversas formas de negociación y resistencias.
El contexto se convierte en un factor más de análisis y que no puede ser considerado estático, sino dinámico y cambiante, cuya modificación y reformulación constante es producto de los sujetos analizados y cómo estos actores introducen sus ideas y generan sus pautas de comportamiento. En general, el acontecimiento no es la unidad mínima en la que puede fragmentarse el contexto. El acontecimiento no es el hecho dado que no puede ser alterado. La realidad fáctica solo es una estructura que indica qué es lo que es importante para un grupo social. En definitiva, el hecho no es dado, sino construido y presentado como esencial por los actores históricos como mecanismo de justificación de su propia existencia. En consecuencia, el contexto no es la correlación de acontecimientos, sino el continuo devenir de los actores que interpretan y actúan en el espacio según intereses personales, estrategias de grupo y vínculos con agentes internos y externos a su universo conceptual y material. Es este proceso continuo el que precisa ser historiado.